Irán abrió una línea de comunicación directa con los rebeldes que están al nuevo mando de Siria desde que su aliado Bashar al Assad fuera derrocado, según dijo un alto cargo iraní, lo que constituye un intento de “evitar una trayectoria hostil” entre ambos países.
El avance relámpago de una alianza de milicias encabezada por Hayat Tahrir al-Sham, antigua rama de Al Qaeda, marcó uno de los mayores puntos de inflexión para Oriente Próximo en generaciones.
Horas después de la huida de Assad a Rusia, Irán declaró que esperaba que las relaciones con Damasco continuaran basándose en el “enfoque clarividente y sabio” de ambos países y pidió el establecimiento de un Gobierno integrador que represente a todos los segmentos de la sociedad siria.
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